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Renovarse o morir, en el hogar y en la vida

Puede que haya mucha gente que piense que esto de andar cambiando cada cierto tiempo ciertas partes del hogar, o incluso hacer una renovación integral de toda nuestra casa, es una pérdida de tiempo, dinero y recursos bastante inútil. Bueno, hay opiniones para todos y lo respeto, pero quiero hacer un pequeño inciso para recalcar que, a veces, estos cambios que nos parecen tan frívolos y que dan la impresión de que nos aburrimos y los hacemos porque no tenemos otra cosa en la que pensar, en realidad son muy importantes para las personas; que, incluso, pueden salvar vidas si lo llevamos a sus consecuencias más extremas.

Aunque la primera vez que decoramos nuestros hogares somos por lo general gente joven que se ha independizado, o que ha empezado a vivir en pareja, no debemos pensar que ésta será la última. De hecho cambiar nuestro entorno más íntimo cada cierto tiempo está más que recomendado por especialistas como médicos, psicólogos y sociólogos, ya que es casi como poner un alto a nuestra rutina diaria y reiniciarla, de alguna manera. Puede que incluso pequeños cambios ayuden a eso, y la cosa se intensifica en cuanto nos vamos haciendo mayores.

Para hacer una analogía que todos entendamos, renovar la decoración de nuestro entorno a una edad ya avanzada es tanto así como pensar en sexo maduras; o sea, la vida sexual de las personas mayores, pero sobre todo de las mujeres, a las que la llegada natural de la menopausia parece haber condenado a ser seres asexuales a partir de cierta edad. Haya numerosos estudios que demuestran que nuestros jubilados y jubiladas, si se mantienen activos sexualmente, tienen una mayor calidad de vida, se sienten con menos achaques e intentan dar a su tiempo libre un carácter funcional, en una saludable forma de ver simplemente un cambio de rutina vital, y no sentirse como si llegaran al final de sus días. Y todo esto, mucho más incidente en el sexo femenino, que tiende más a escenarios psicológicos como la depresión, ayudados por el cambio hormonal y por una forma distinta de afrontar esta etapa de la vida.

Así que, tal y como el deseo sexual en la tercera edad es importante, también es importante el entorno en el que queramos mantenerlo. Por eso, si cabe, cambiar la decoración de nuestro hogar cuando somos personas maduras es más importante de lo que muchos piensan, porque eso puede ayudar a mantener viva la sexualidad. Claramente las necesidades sexuales cambian con la edad, y también puede cambiar las circunstancias, actos o escenarios que pueden ayudar a mantener la líbido alta, y llegar a un estado de excitación óptimo para mantener sexo en pareja o, por qué no, también por medio de la masturbación. Imagina que el color de las paredes, el tacto de la ropa de cama, o simplemente la luz ambiental puede ayudar a esto, y qué fácil es cambiar todo esto si a cambio te sientes animada y con muchas ganas de vivir. ¿Acaso no merece la pena el esfuerzo? Créeme que sí.

Como ves, todo esto de la decoración no es tan banal como se puede pensar al principio; con razón existen especialistas en este campo, que realmente saben muy bien aunar las tendencias con las necesidades personales de sus clientes. Sí, pueden resultar un poco caros y no lo niego, pero también habría que sopesar si los beneficios no están más que justificados. Y mientras tanto, si te sientes animada/o y con ganas, puedes intentarlo tú, hay innumerables manuales tanto en físico como online a los que puedes acudir sin problema, y hacerte un experto en decoración tú mismo.

Volviendo a los pisitos de soltero…

Si hubo un tipo de vivienda emblemática durante un par de décadas de finales del siglo pasado en España, esas fueron lo que se llamaba un «pisito de soltero«. No sé si en otros países existía algo similar pero con distinto nombre, pero aquí en suelo patrio se pusieron tan de moda, que incluso hubo un estilo de decoración enfocado a ambientar este tipo de viviendas, que, por supuesto, no tenían que ser pisitos precisamente. Claro que, en plena época de censura y altos valores morales, el tener un lugar así era sinónimo de libertinaje y la gran mayoría de las veces de relaciones extramatrimoniales; fue un eufemismo para lo que ahora llamaríamos simplemente «picadero».

Y es que estos lugares, donde se suponía que había parejas follando porque para eso eran, pero que no eran oficiales, mantenían como ningún otro su leyenda negra. No sólo estos lugares quedaban ya marcados como antros de perdición y vicio, sino que sus propietarios también cargaban con el mismo san benito, y ¿sabéis lo peor? Que la mayoría de las veces ni siquiera servían a este propósito, y en muchas otras no lo tenían ni lo habían tenido desde el principio. Realmente, puede ser que a los hombres el tener un inmueble a su nombre siendo solteros o como mucho comprometidos les daba una especie de glamour, creando en ellos una fama de donjuanes y picaflores que aunque infundada les daba cierto postín (no importa si al final no se producían allí los encuentros sexuales, orgías, bacanales… que se suponía). Pero ¿y si estaba a nombre de una mujer? Ya podéis imaginar lo que se decía de ella.

Pero valoraciones morales y sociales aparte, siempre me he preguntado cómo estarían decorados esa clase de viviendas, las que realmente servían al propósito de ser un lugar privado para mantener relaciones sexuales. En aquellos tiempos la sexualidad en pareja no se daba por lo general hasta el matrimonio, y todos podemos imaginar, porque lo hemos visto y vivido, cómo ha ido evolucionando la decoración de los dormitorios conyugales durante estos años. ¿Y cómo sería el ambiente en un lugar que servía precisamente para tener sexo fuera del matrimonio, de la pareja, y con señoritas que por el hecho de acompañarte allí ya se suponían de mala reputación (en esto último el cine del destape tuvo mucho que ver)?

¿Usarían la clásica decoración que suponemos en una especie de puticlub de la época? Quiero decir, luces tenues con las lámparas teñidas, cortinas de colores oscuros, predominando el color rojo y el negro, algún que otro adorno de tintes obscenos… En realidad se trataría de un ambiente un poco decadente, tirando a sórdido, pero no creo que los que eligieran todos los tips de decoración en aquellos años supieran mucho más del tema que lo que hubieran visto en uno de estos lugares, o de la pornografia secreta que les estuviera llegando en esos momentos. Así, lo mismo ni siquiera caían en la cuenta de que esa decoración cantaría de lejos sus intenciones, que no podían ser más claras… eso, o es que tenían un gusto pésimo, quizá alguien podría pensar.

A lo mejor todo esto no es más que una divagación, ya que en realidad nunca vi uno de estos pisos (ni ningún otro tipo de vivienda que tuviera esa utilidad, si vamos al caso). Puede que la decoración fuera diversa, que los hubiera arreglados con buen gusto o quizá otros con gusto pésimo, vete tú a saber; como se diría, a gusto del consumidor, jeje. Pero, si tuvieras que imaginar un lugar así, ¿qué tipo de ambiente querrías crear, qué tips usarías sin duda, y qué no llegarías a poner nunca?